Simon the Sorcerer Origins: El regreso de la magia más ácida

Simon the Sorcerer Origins llega con una propuesta clara: recuperar la esencia pura de los noventa sin concesiones. No hay aquí diseño por consenso ni puzzles suavizados para atraer a principiantes. Esto es café para los cafeteros.

REVIEWS

Carles "Zettai"

11/1/20256 min leer

Introducción

Treinta años después de que un jovencillo con actitud desafiante nos introdujera en el mundo de las aventuras gráficas punteras, Smallthing Studios ha considerado que era hora de volver a abrirle el libro de hechizos. No es una secuela esperada en la industria mainstream, sino algo más valiente: una precuela producida por un estudio italiano independiente que se atreve a resucitar una franquicia británica de culto sin modernizarla demasiado, sino todo lo contrario.​

En el mercado actual, donde Return to Monkey Island nos demostró que el retorno a los clásicos es posible, y Thimbleweed Park ya había probado que el género sobrevivía, Simon the Sorcerer Origins llega con una propuesta clara: recuperar la esencia pura de los noventa sin concesiones. No hay aquí diseño por consenso ni puzzles suavizados para atraer a principiantes. Esto es café para los cafeteros.​

Una historia con sarcasmo a raudales

Lo primero que choca es que Simon ya no es el protagonista adulto que rescata a Calypso, sino un adolescente expulsado de colegio que vive una mudanza algo traumática. Justo cuando las cosas no podían ir peor, una antigua profecía lo arrastra a un mundo mágico donde descubrirá los orígenes de su leyenda.​

Narrativamente, es donde el juego brilla con intensidad. El equipo ha capturado algo que muchas aventuras modernas pierden: ese humor mordaz que rompe constantemente la cuarta pared. Simon no solo habla contigo directamente - el que mueve el ratón - sino que parece estar al tanto de cada código y convención del género. Es un guiño a Rincewind de Discworld sin serlo exactamente (Adventure Soft nunca obtuvo la licencia oficial, aunque Terry Pratchett influyó directamente en el original de 1993).​

Chris Barrie regresa como voz de Simon y, aunque a los 65 años no puede sonar como el crío sarcástico del original, su interpretación sigue siendo incisiva y perfectamente calibrada para cada momento absurdo. Los diálogos son afilados, los personajes secundarios (aunque pocos) tienen carisma, y hay referencias veladas a los juegos anteriores que hará que los veteranos sonrían incluso sabiendo que en realidad son bromas sobre una continuidad que no siempre tuvo sentido.​

Lo malo es que la trama, pese al talento en su ejecución, se siente a veces plana y poco estructurada. Todo se reduce a resolver puzzle tras puzzle mientras la narrativa languidece en segundo plano. Se echa de menos diálogos más extensos, más desarrollo de los personajes, más situaciones que permitieran que la historia respire un poco. Es un argumento sostenido enteramente por el ingenio de Simon.​

Visuales que cautivan a media voz

En lo artístico hay de todo: lo bueno, lo malo y lo raro. Smallthing Studios apostó por un estilo completamente dibujado a mano inspirado en el cine de animación clásico, con tonos pastel y un aire Disney filtrado a través de sensibilidad italiana. El resultado es cautivador en la mayoría de momentos. Simon está bellamente animado, sus muecas directas a cámara funcionan, y los escenarios tienen ese encanto nostálgico buscado.​

El problema surge cuando te acercas. Hay una inconsistencia visual perturbadora: mientras el protagonista y ciertos elementos están pulidos y detallados, a otros fondos y personajes se le ven las costuras. Es como si el equipo hubiese dedicado su músculo a algunas cosas y se hubieran quedado sin recursos para otras. Algunos escenarios son estáticos y poco vivos; no hay mucho movimiento ambiental más allá de lo esencial. Y aunque el mapa de viajes rápidos sugiere un mundo mucho más vasto del que realmente existe, hay apenas tres o cuatro localizaciones principales, ninguna particularmente grande.​

Es funcional, es bonito buena parte del tiempo, pero deja una sensación de proyecto sin terminar, como si los desarrolladores hubiesen querido hacer más pero se les agotase el presupuesto o el tiempo.​

Puzzles: la gloria y el tormento

Aquí es donde Simon the Sorcerer Origins asume su identidad completamente. Los puzzles son clásicos point-and-click de inventario: recopilas objetos sin saber para qué, los combinas de maneras improbables, hablas con personajes para obtener pistas implícitas, y los usas en el entorno. Si has jugado a Monkey Island o Day of the Tentacle, la mecánica te es familiar.​

Lo que no es familiar es la lógica obtusa de algunos rompecabezas. Aquí la solución no siempre brota naturalmente de la observación cuidadosa. Hay un puzzle en el que sabes lo que tienes que hacer, pero en el que Simon no aceptará hacerlo hasta que no hayas hablado con cierto personaje. Luego puedes volver y hacer lo que ya sabías que tienes que hacer. La lógica está ahí, pero se esconde bajo capas un poco arbitrarias. ​

Personalmente, después de ocho horas completando el juego, reconozco que la mitad de ese tiempo lo pasé dando vueltas como pollo sin cabeza, probando combinaciones de items como si fuese alquimia experimental. No hay sistema de pistas. Ni una sugerencia contextual de Simon. Nada. Si te atascas, es necesario buscar una guía.

Para los veteranos de los 90 este es exactamente el desafío que echábamos de menos. Para nuevos jugadores, es una barrera de entrada brutal. Se sitúa incómodamente entre la dificultad respetable y la frustración innecesaria.​ Quizás un sistema de pistas opcional hubiera ayudado.

Donde sí innova, aunque tímidamente, es con los hechizos y sombreros mágicos: aprendes tres conjuros elementales y puedes obtener sombreros que alteran el efecto de objetos del inventario. Es una idea interesante que, se siente bastante poco utlizada. ¿Quizás si hay un Origins 2 lo aprovechan un poco más?​

Sonido: lo más sólido

El apartado sonoro mantiene una consistencia que te acompaña durante la aventura. La banda sonora recupera motivos de los originales, remixados para sonar frescos sin perder esa pegadiza melancolía de los 90. Los efectos de sonido tienen ese carácter cartoon que refuerza la atmósfera. Y la dirección de voces en inglés (con opción de alemán y subtítulos en castellano impecablemente localizados) es el punto fuerte: Chris Barrie lidera un elenco competente que entiende el tono burlista del conjunto.​

Además hay un DLC gratuito que te permitirá jugar con las melodías originales de Simon.

Duración y relación calidad precio

Si vas rápido, con una guía al lado, el juego puede durar entre cuatro y cinco horas. Pero si vas con calma, te dejas perder y vas a completar todos los logros seguramente gastarás entre ocho y doce horas, la mitad de ellas atascado en algún rompecabezas. No es un juego largo, pero tampoco es corto en tiempo real. El precio, unos 25 euros, es adecuado, teniendo en cuenta la producción audiovisual y la duración del juego.

Lo bueno:

  • El humor y la interpretación de Chris Barrie: Simon regresa con toda su ácidez intacta. Los diálogos son afilados, la mayoría de las bromas funcionan, y las rupturas de la cuarta pared generan sonrisas genuinas.

  • Recupera la esencia del género sin vergüenza: No intenta modernizarse excesivamente. Es old-school puro, para bien y para mal. Los veteranos de Adventure Soft se sentirán en casa.

  • Cuando todo funciona visualmente, el juego tiene encanto y carisma real. Simon es un personaje vivo y expresivo.

  • Las referencias para fans: Guiños a los juegos anteriores, personajes que regresan (como Sórdido) y momentos de nostalgia. No necesitas haberlos jugado para disfrutarlo, pero si lo hiciste, lo disfrutarás mucho más.

Lo malo:

  • Diseño de puzzles inconsistente, donde algunos son brillantes y otros requieren asumir una lógica surrealista que jamás descubrirías sin guía. Se echa a faltar un sistema de pistas.

  • El juego ganaría enteros con más personajes, diálogos extensos y momentos que permitieran que la historia respirase.

  • La inconsistencia de los gráficos. Algunos escenarios son estáticos y desangelados.

  • Posible contenido recorado: El mapa sugiere un mundo vasto, pero la realidad es que hay pocos escenarios en las tres localizaciones que tiene el juego, como si hubieran dejado muchas cosas en el tintero.

Conclusión

Simon the Sorcerer Origins es una carta de amor a un género que nunca se había ido del todo. Es un juego hecho para los que disfrutan de las aventuras gráficas clásicas, sin pretender atraer también a principiantes.​

La calidad está ahí: humor brillante, voces excelentes, visión artística clara. Pero el todo se siente incompleto, como si Smallthing Studios hubiese tenido mayor ambición de la que finalmente pudo cumplir. Es una precuela que cobra sentido principalmente para quien jugó los originales y que abraza la dificultad de los 90 sin poner las cosas fáciles a nadie. ​Me pregunto si quizás es solo una forma de tantear el terreno, y dependiendo del éxito que tenga, veamos la vuelta de la saga Simon con un juego más grande, más pulido y un poco más accesible.

Dicho esto, para los puristas del género - los que extrañaban quedarse atascados durante horas, los que disfrutan la prueba y error - esta es la aventura gráfica moderna más cercana a ese sentimiento nostálgico desembozado. No es perfecta. Pero tiene carácter, y eso vale más que cualquier nota que le puedan poner.​

En conclusión, Simon regresa con todo su sarcasmo y humor intactos, pero con algunos puzzles que te harán desear tener el número de Calypso en marcación rápida.

Puntuación Final: 8/10

Recomendado para:

  • Veteranos de aventuras gráficas de los 90 que buscan desafío puro

  • Fans nostálgicos de la saga Simon original

  • Nuevos jugadores curiosos del género si cuentan con paciencia y acceso a guías

Plataformas disponibles: PC, PlayStation 5, Xbox Series X/S y Nintendo Switch.